Queda lejos el día en que empezara a escribir en mi primer blog, maldecames, así cómo queda lejos la persona que antes era y ahora soy. Deportivamente hablando, me gustaba más la anterior, personal la de ahora. Siento que muchas veces perdí la razón del porque hacía todo esto, del porque de todo este sacrificio… horas entrenando, horas compitiendo, horas actualizando mi blog, horas llenas de ilusión. Y luego, sin quererlo ni beberlo, de repente llegan los resultados, que por el esfuerzo fueron a mejor, y uno se olvida de sus inicios, de donde empezó. Creo que uno, realmente, nunca debe olvidar el porque empezó ha hacer las cosas, ni el porque eligió esta actividad tan sacrificada y no otras más «fáciles». No hay que dejarse cegar por unos resultados que no tienen que ser nada más que la sucesión de buenos entrenamientos y del disfrute de lo agónico el día de la carrera.
Yo escribo no por ser seguido, o por ser más popular, yo escribo porque me gusta, y porque cuando miro atrás me gusta ver plasmadas mis vivencias en algún lado.
Hacía tiempo que quería hacer esta reflexión personal y no hay mejor momento que el ahora.
Las cosas han cambiado mucho, la principal es que ahora tengo entrenador de manera formal y éste, me ayuda a no perder la cabeza y ordenar las prioridades. Aunque hace poco que esta relación pupilo/maestro ha empezado, mi confianza es ciega hacía a él. Ésto me ayuda a no comerme la cabeza de si estoy haciendo las cosas bien o mal, de si los resultados saldrán o no, si me lesionaré o no. Todas las respuestas son: todo llegará, paciencia.
Creo que hay encontrar el equilibrio entre el cuerpo y la mente, ese puede ser el punto que me falta ahora mismo. No porque esté descentrado, o porque no tenga ganas de tener la cabeza en su sitio, yo creo más por todas las novedades que estoy viviendo en este último mes.
Quiero volver a conectar con ella. Quiero volver a conectar con mi gran amiga. La montaña.

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